La manera casual con que utilizamos nuestra firma tiende a traer serias consecuencias especialmente cuando hay miles de dólares involucrados. Esta es la experiencia del primer comprador Mr. T, quien utilizo su firma muy casual y a la ligera, al firmar dos contratos de BRA (Buyer Agency Agreement) con dos diferentes Agentes Inmobiliarios casi simultáneamente.
(Con respecto a la confidencialidad de los involucrados, los nombres de las personas y empresas no son mencionados)
Mr. T contacto al Agente “A” por una casa que este tenia a la venta en North York. Agente A le informa que esa casa se acababa de vender y procede a ofrecerle otras casas en la misma zona. Mr T se interesa por una de esas casas y solicita verla. Agente A le pregunta: “Esta Ud trabajando con otro Agente Inmobiliario?” y Mr. T. responde “NO”. Agente A procede: “Esta Ud de acuerdo a trabajar conmigo bajo contrato de representación?”. El responde, “si, esta bien.” Agente A procede entonces a mostrarle casas luego de firmado el BRA* (Buyer Representation Agreement). Sin suerte en haber encontrado la casa apropiada para Mr. T. en North York, Agente A le ofrece casas en Markham donde Mr T decide colocar una oferta con Agente A. Al ver que competiría con otras ofertas, Mr T decide retractarse. Agente A procede a ofrecerle otras propiedades en Markham. Mr T se interesa por otras dos casas. Agente A le informa que esas dos casas estarían aceptando ofertas el domingo a la noche antes del Open House** y le sugiere a Mr T manejar por la zona para conocer el barrio antes del domingo. Agente A lo invita a ir al Open House el día domingo para comparar las dos casas antes de pensar en ofertar. Agente A les indica que los encontraría en el Open House para asistirles. Mr. T indica que no es necesario ya que las ofertas serian horas después. Mr indica que si desea colocar alguna oferta avisaría a Agente A inmediatamente luego del Open House. Agente A estuvo de acuerdo.
Agente B presenta el Open House para su listado y Mr T entra a inspeccionar la vivienda. Agente B trata de entablar conversación con Mr T sobre la casa. Mr T le pregunta si existe alguna oferta sobre la propiedad. “No, no todavía” responde Agente B, “quienes quieren colocar ofertas deben notificarme antes de las 5 p.m.” Mr T se retira sin más conversación.
Agente A llama a Mr T para saber sobre su visita a esas dos casas. Mr T no responde y Agente A procede a dejarle un mensaje para que le devuelva la llamada.
Mas tarde en su casa antes de las 5p.m., Agente B recibe la llamada de Mr T. “Cuantas ofertas hay?” le pregunta Mr T. “Ninguna”, le responde Agente. Mr T le indica que quiere colocar una oferta sobre la propiedad. Agente B le indica que se debe ser de inmediato y le pregunta si esta trabajando con un Agente bajo contrato. Mr T le indica lo contrario. Agente B y Mr T se encuentran en la casa del vendedor para gestionar la oferta de compra/venta. Al firmar el contrato de compra/venta por la casa, Mr T firma también un contrato BRA con el Agente B. La venta se efectúa esa misma noche.
Agente A continua contactando a Mr T sin tener respuesta. El agente sospecha algo extraño al ver la casa Vendida en el sistema MLS. Agente A contacta al Agente B quien niega afirmar que Mr T compro la propiedad. Meses después, Agente A procede a chequear el registro de la propiedad y descubre que Mr T fue quien realmente compro la propiedad. Luego bajo otras averiguaciones, Agente A también descubre que Mr T no solo compro a través del Agente B, pero también firmo un contrato de representación estando aun en vigencia el contrato firmado con el Agente A.
Resultado del Caso: el primer contrato BRA firmado por Mr T tiene validez sobre el segundo. Agente B es responsable de pagar la comisión correspondiente al Agente A por haber introducido la propiedad y haber tendido el contrato BRA vigente con Mr. T. Mr T es responsable de pagarle a Agente B la comisión correspondiente al Agente A por haber mentido y negado la existencia de un contrato BRA firmado con el Agente A.
Firmamos en situaciones tan simples como al escribir una carta, al inscribir nuestros hijos en la escuela, al aceptar el pago a nuestra tarjeta de crédito, o al retirar un envío en la oficina postal. Otras veces, somos tan concientes de la importancia sobre lo que firmamos que reconocemos el compromiso a largo plazo; el matrimonio. También utilizamos nuestra firma en contratos donde ni siquiera leemos el contenido del dicho: su licencia de conducir. Y muchas veces tenemos la oportunidad de leer y estudiar contratos e incluso lo enviamos a nuestros abogados para asegurarnos de lo que firmamos. Sin embargo, cuando firmamos no siempre lo hacemos con la calidad que implica. Nuestra firma es quienes somos, y como tal, establece nuestra integridad al utilizarla.
Firma aquí… a su propio riesgo.