La gran mayoría de estas empresas cuentan con un talento empresarial empírico incalculable en la mente de sus dueños, que tuvieron la visión en una oportunidad y la transformaron en una empresa.
Hace tres o dos décadas atrás este talento empírico empresarial era más que suficiente para mantener las ventas y la utilidades del negocio a un nivel lejano del borde de riesgo. En el tiempo competitivo actual el entorno de estas empresas cambio; por la rapidez como se hacen los negocios, por el crecimiento continuo de la competencia y las aplicaciones tecnológicas de comunicación y producción al alcance de todos, debilitando los secretos empresariales. Por tal motivo estos empresarios prósperos por décadas, deben aceptar que la capacitación, actualización e innovación en técnicas administrativas y tecnológicas se convierten en prioridad para la supervivencia y crecimiento de sus empresas.
Algunos empresarios han intentado ir mas rápido contratando a profesionales con experiencia en gerencia y talento administrativo, con el propósito de reordenar sus empresas y llevarlas a un nivel más competitivo. Esta opción en muchos casos no trae buenos resultados, porque el talento empresarial empírico bloquea al talento administrativo. Los empresarios desconfían en la transición al orden y a la disciplina que requiere un cambio en la forma de administrar sus negocios, como también el temor a usar nuevas técnicas gerenciales que representan un gran reto en su aplicación y dominio. Los empresarios concluyen erróneamente que de la manera como obtuvieron éxito en el pasado, deben continuar administrando sus empresas; calificando al talento administrativo como un gasto y no como una inversión. No cabe duda que el talento empresarial empírico se debe ajustar a las nuevas tendencias de un talento administrativo moderno, para minimizar los riesgos del mercado y poder desarrollar una estrategia segura del remplazo del líder natural de la empresa.