La pintora mexicana Magdalena Carmen Frida Kahlo (1907-1954) se caracterizó por su muy peculiar pintura, así como por sus labios rojos, sus pobladas cejas juntas, su pelo azabache recogido en un eterno moño adornado con coloridas flores, y por su fuerte personalidad, independiente y rebelde.
Con apenas 18 años sufrió un accidente de tranvía que la marcaría el resto de su vida. Con el accidente vendrían 32 dolorosas operaciones, y “para combatir el dolor y el aburrimiento”, puso en práctica las clases de dibujo que tomó con Fernando Fernández Domínguez.
Frida, pasión pura
Cuando Frida Kahlo mostró su trabajo a Diego Rivera, este artista de murales se quedó impresionado por el talento y la personalidad de Frida. Tanto es así, que contrajeron matrimonio, pero éste sólo duraría diez años.
Frida sufrió mucho durante su matrimonio porque Diego le era continuamente infiel. Diego sufría de un mal de amores tan grande que incluso su médico lo diagnosticó con una severa incapacidad para la monogamia que lo llevó hasta los brazos de la hermana menor de Frida.
“Quizá esperen oír de mí lamentos de ‘lo mucho que se sufre’ viviendo con un hombre como Diego. Pero yo no creo que las márgenes de un río sufran por dejarlo correr”, dijo la artista.
Diego, el magnífico muralista
Identificado con los ideales revolucionarios de México, Diego volvió de Europa, donde estudió pintura, en un momento en que la Revolución parecía consolidada. Junto con David Alfaro Siqueiros se dedicó a estudiar en profundidad el arte maya y azteca, que influirían de forma significativa en su obra posterior. En colaboración con destacados artistas mexicanos como el propio Siqueiros y Orozco, fundó el sindicato de pintores, del que surgiría el movimiento muralista mexicano, de profunda raíz indigenista.
El inestable y complicado ambiente político que se vivía con el presidente dictatorial mexicano Plutarco Elías Calles, conocido como “Jefe máximo de la Revolución”, hizo que los comunistas y los simpatizantes de la izquierda, entre ellos Frida y Diego, emigrasen a Estados Unidos. Ahí, continuaría la pareja con sus obras y su admiración mutua.
Cuentan que Diego lloró lágrimas de orgullo cuando Picasso expresó su admiración por un autorretrato de Frida. Incluso, Diego llegó a escribir una entusiasta carta de recomendación a un amigo para una exposición de la obra de Frida.
“Yo la recomiendo, no como esposo sino como un entusiasta admirador de su trabajo, ácido y tierno, duro como el hierro y delicado y fino como el ala de una mariposa, adorable como una hermosa sonrisa, profundo y cruel como lo más implacable de la vida”, escribió Diego.
“No sé si mis pinturas son o no surrealistas pero de lo que sí estoy segura es que son la expresión más franca de mi ser”, expresó Frida.
El último año de su vida, fue un auténtico sufrimiento. Le amputaron la pierna por debajo de la rodilla por gangrena. Esto hizo que Frida se sumergiese en una depresión e intentara suicidarse en un par de ocasiones. Sus últimas palabras en su diario fueron: “Espero alegre la salida y espero no volver jamás”.
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