El amor se suele considerar indefinible. Unos, como Freud lo ven como una sublimación del sexo. Otros, como Fromm, como una de las bellas artes, y otros le llaman “Amor” al gato. ¿Quién tiene la razón?
Lisa DeBruine, de la Universidad McMaster, en Ontario, se basa en sus experimentos de imagen cerebral por resonancia magnética y en el resto de la evidencia disponible para defender una definición tripartita del amor. Primero, el impulso sexual indiscriminado, una fuerza autónoma que desata la búsqueda de pareja en cualquier acepción del término; luego la atracción sexual selectiva y por último, el cariño, el lazo afectivo de larga duración que sostiene a las parejas más allá de la pasión.
El impulso sexual, la primera fase del amor, está regulado por la testosterona (masculina) y los estrógenos (femeninos). Los hombres con más testosterona –la hormona del deseo sexual– tienden a practicar más sexo, pero también las mujeres suelen sentir más deseo sexual alrededor del periodo de ovulación, cuando suben sus niveles de testosterona, explica DeBruine.
Dopamina, norepinefrina, serotonina... son las sustancias que han detectado los expertos relacionadas con las fuertes emociones. ¿Somos una fábrica de drogas naturales cuando nos enamoramos? El sentirnos enamorados lo producen las sustancias que fabrica nuestro cerebro: el alto nivel de norepinefrina, que produce euforia y pérdida del apetito, y el bajo nivel de serotonina tiene que ver con la obsesión de estar con el amado, asegura DeBruine.
Un reciente análisis de la investigadora Stephanie Ortigue, de la Universidad de Syracuse, en Nueva York, revela que enamorarse no sólo puede provocar una sensación de euforia parecida a la vinculada al consumo de cocaína, sino que también afecta a las áreas intelectuales del cerebro. Además, ha calculado que el fenómeno popularmente conocido como ‘flechazo’ tarda 1/5 de segundo en surtir efecto.
¿Y qué pasa cuando termina ese primer segundo, esa primera semana o mes? La segunda fase es el amor romántico. Según han documentado antropólogos en 147 sociedades humanas, el amor romántico empieza “cuando un individuo mira a otro como algo especial y único”. Luego el amante sufre una deformación perceptiva por la que agiganta las virtudes e ignora las sombras del otro. Las adversidades estimulan la pasión, las separaciones disparan la ansiedad.
La hipótesis de Darwin era que las hembras elegían a sus parejas basándose en su “sentido innato de la belleza”, pero la situación parece haber sufrido todo tipo de complicaciones. El equipo de Steve Buss, de la Universidad Estatal de California en Fullerton, ha demostrado que “ellas” los prefieren estables y “ellos” las prefieren jóvenes. Además, investigaciones demostraron que el mismo hombre les parece más deseable a las mujeres si aparece rodeado de mujeres que cuando aparece solo.
La respuesta está frente al espejo
La base bajo la que funcionan la mayoría de los sitios web de servicio de búsqueda de pareja como www.plentyoffish.ca es que los enamorados buscan los mismos rasgos que se atribuyen a sí mismos. “Los miembros buscan cualidades, características, que valoran de ellos mismos”, explica el sitio web.
Después del enamoramiento, ¿por qué hay tanta infidelidad? La característica definitoria del enamoramiento es la atracción sexual selectiva y ésta disminuye con el tiempo. Hace falta otro mecanismo que prorrogue los lazos afectivos, y lo hay. La pista vino de dos especies de topillos.
El topillo de la pradera (Microtus ochrogaster) tiene un comportamiento familiar intachable. Las parejas son fieles hasta que las muerte las separa. Los dos cónyuges colaboran sin rechistar en el cuidado de la prole, y suelen vivir con los suegros en paz . Todo lo contrario que su especie hermana, el topillo de la montaña (Microtus montanus), que son hoscos y traidores con sus parejas.
Larry Young, de la Universidad de Emory, descubrió que la causa de esas diferencias está en un gen que fabrica el receptor de la vasopresina, una hormona capaz de alterar el comportamiento. Así, los topillos que llevan una versión muy activa del gen son fieles y empalagosos. “Aunque cada topillo es un mundo, los seres con mayor vasopresina son más fieles”, concluye Young.
Para tomar nota:
• La persona que amamos y un buen gol activan la misma zona cerebral y nos hacen sentir ¡genial!
• Los animales tardan minutos en elegir pareja. Los humanos, hasta año y medio
• Atención, caballeros: El hombre resulta más deseable si aparece rodeado de mujeres
• Las características de nuestra pareja ideal están frente al espejo
• La evolución de un gen en los topillos ha sido clave para estudiar el amor
• Mi Amor, soy infiel porque tengo deficiencia de vasopresina, puede ser una buena excusa
• El ‘flechazo’ sí existe; basta 1/5 de segundo para sentir su efecto